Es por eso que nos enfocamos más en buscar antecedente de escuelas, conservatorios y academias de música en tres niveles: MACRO, MESO y MICRO, en otras palabras: El mundo, México y en específico en Oaxaca. Esencialmente hay fechas que se remontan hasta la prehistoria (Ver diapositivas) así como las escuelas más recientes hechas por arquitectos reconocidos, tales como el CONSERVATORIO NACIONAL DE MÚSICA o la ESCUELA SUPERIOR DE MÚSICA del CENART. Aprehendemos de cada uno de ellos los aspectos arquitectónicos más importantes o las que a criterio propio consideramos que tienen relevancia sobre las demás.
Más abajo pongo todas las diapositivas, justo aquí me gustaría compartir un texto que encontré sobre la obra del arquitecto Mario Pani: el Conservatorio Nacional de Música inaugurado en 1949.
En esta arquitectura, que es la de Mario Pani, la historia, ausente en los ornamentos, aún sobrevive en la disciplina que se impone a los edificios mediante los mencionados esquemas que arrojan plantas dispuestas con relación a implacables ejes perspectivos. Esto se conocía en aquellos años como “composición” de la arquitectura, es decir, el mismo término que se emplea en la música para referirse a una cierta forma de organización de los sonidos, de acuerdo con la tradición clásica.Me parece esta una descripción muy interesante aunqe resulte tedioso y quizá pocos terminen de leer el texto. Me encantaría que lo hicieran pues habla del proceso de diseño y fundamento de una obra que inmediatamente es análoga a la que nosotros estamos proyectando.
¿Cómo procedía Mario Pani al abordar un proyecto de las características del que aquí nos interesa? En primer lugar, definiendo un eje rector que, en la mayoría de los casos, consiste en la línea que divide un ángulo por la mitad, o bisectriz. Es decir, no necesariamente se trata de presentar una amplia fachada como primer aspecto del edificio, sino, como ocurre en una gran cantidad de proyectos suyos, de ubicar el acceso en una esquina, casi en un vértice que se convierte en un ochavo –o algo similar– para permitir ubicar en este punto la puerta principal. Y a ambos lados del eje rector que pasa por la mitad de esta puerta, arreglados como en un espejo, dos brazos simétricos. Esto le valió algunas críticas a Pani, y él mismo se refería a una en que se calificaba un proyecto suyo como “decadente, de la época francesa, de la época Pétain”, lo que consideraba injusto por no corresponder tal época a su estancia enFrancla.
El edificio Por las consideraciones anteriores se puede advertir que el proyecto del Conservatorio de Mario Pani de 1946 debe juzgarse a partir, por ejemplo, de algo que sólo un extenso recorrido por el edificio, o b len la observación de su plano de conjunto, permite advertir la rigurosa composición de una construcción tan vasta. El terreno en que se ubica forma un triángulo cuyo extremo agudo –excepción hecha de algunas pequeñas construcciones queda prácticamente libre, creando una plaza de acceso que conduce a la fachada principal del conjunto, convexa, monumental y simétrica. La curva central (rematada por un discreto conjunto escultórico de Armando Quezada) se extiende hacia la parte posterior del terreno, abriendo dos brazos rectos que rematan en sendos volúmenes de planta circular: uno de ellos sirve como sala de ensayos de percusiones y el otro como biblioteca. La disposición general del edificio sugiere una “U” de brazos abiertos, pero también un diapasón, o tal vez una lira, ya que el espacio interior está vacío, para alojar un auditorio al aire libre, ligeramente hundido y rematado por una original concha acústica. A lo largo de estos brazos, alternadamente, se abren en la planta baja salones de ensayo cuyos muros exteriores, de piedra rosa con aparejo rústico, hacen una “S” alargada que recuerda de inmediato la curva de un plano, mientras otra de las paredes de cada sala y del corredor mismo están ocupadas por grandes ventanales que comunican directamente estos espacios con el jardín. La vista de la sucesión de estos muros curvilíneos, en especial desde el espacio del auditorio al aire libre, es uno de los mayores logros del proyecto de Mario Pani.
En la planta alta rematan estas rítmicas perspectivas de las salas de ensayo los dos brazos rectos, ahora con fachadas planas revestidas de piedra clara y con pequeñas ventanas cuadradas. Estos brazos de caras lisas avanzan por el exterior del conjunto hacia el centro de la fachada curva, interrumpiéndose sólo para enfatizar el vestíbulo de acceso. Este último espacio, de generosa altura, tiene como protagonista la perspectiva cambiante de una columnata, que es otro de los grandes aciertos del conjunto. El vestíbulo conduce al auditorio principal y a dos de menores dimensiones adosados al primero.
Aunque en ciertos aspectos la organización espaclal del Conservatorio y de la Escuela Nacional de Maestros (de 1945) guarda una gran semejanza, no hay duda de que es mejor el primer edificio. Se puede afirmar que existe consenso sobre el hecho de que el Conservatorio podría ser la obra maestra de Mario Pani, e incluso una de las grandes obras de la arquitectura mexicana moderna. Contribuyen a esto la curiosa combinación que aquí consiguió su autor entre la composición académica del conjunto y la originalidad con la que innovó en las formas de las salas de ensayo y la manera en que tradujo al lenguaje de la arquitectura propiedades que, perteneciendo también a ésta, encuentran en la música su más plena manifestación, como los ritmos (por la regularidad de los acentos de las ventanas, de las salas, de las columnas) y las cadenclas (por el deslizam lento de las curvas que avanzan como ondas al verse en perspectiva) y por los enfáticos remates (como los que constituyen los cuerpos redondos ubicados en los extremos de los brazos, por ejemplo).
Aquí, las exigencias del funcionan lento, que se convirtieron en la proclama por excelencia de la arquitectura contemporánea, pudieron satisfacerse a plenitud (con algunas pequeñas licencias muy permisibles) y convertirse en un punto de partida para el ejercicio más libre del juego de las formas arquitectónicas. Este equilibrio no lo consiguió Mario Pani de manera tan lograda en el resto de su obra. Y es difícil encontrar –sobre todo en una tradición arquitectónica como la mexicana– ejemplos en la arquitectura de una sensualidad musical tan lograda como la que consiguió Pani en el Conservatorio Nacional. Cualquiera diría que no cabía esperar otra cosa en el proyecto de un conservatorio... Sí, pero también puede decirse que no cualquiera puede establecer una relación tan inquietante como la que aquí obtuvo Pani entre la música y la arquitectura.
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